Hellebron captó la mirada de Litieth y las dos hermanas asintieron con la cabeza. La batalla estaba a punto de comenzar en serio y su oportunidad pronto se perdería.
Las dos hermanas se separaron de la primera fila de la compañía y caminaron decididamente hacia los pieles verdas que se les venían encima. Lirieth sacó un frasco de un líquido rojo intenso y tomo un sorbo antes de pasarselo a Hellebron. Esta se tragó el resto de la sangre mezclada con drogas y arrojó a un lado la botella de cristal. La hoja de la cólera y la flor venenosa actuaron inmediatamente, enviando una oleada de energía a través de suc uerpo. Su pulsó se aceleró y su aliento se volvió un jadeo mientras el veneno narcótico corría a través de sus sistema sanguíneo.
Las Hijas del Asesinato lanzaron a un lado sus escudos y lanzas al tiempo que un murmullo de asombro se apoderaba del ejército Naggarothi. Se despojaron de sus cotas de mallas y se desprendieron de sus yelmos. Abrochádose sus cinturones de armas alrededor de sus cuerpos semidesnudos, las hermanas desenvainaron sus espadas y dagas y se dieron la vuelta para encararse a sus camaradas.
"No necesitamos ningún altar para realizar un sacrificio a Khaine" pronunció en voz alto Lirieth. "Este campo de batalla será nuestro templo. Nuestros gritos de guerra serán nuestra letanía. ¡Ya que matar es rezar!".
"Nos llamais las Hijas del Asesinato" gritó Hellebron. "Hoy ofrecemos nuestra sangre y espírtu a Khaine y nos dedicamos sólo al Señor de la Muerte. Seremos las Novias de Khaine".
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