lunes, 24 de noviembre de 2014

Conoce a los Esqueletos Fantasticamente Enjoyados de los Mártires Olvidados del Catolicismo

En su nuevo libro, el historiador del arte y escritor Paul Koudounaris aclara el esplendor macabro y la historia trágica de los santos de catacumbra de Europa.

Por Rachel Nuwer
SMITHSONIAN.COM
1 de Octubre de 2013

San Coronatus ingresó en un convento en Heiligkreuztal, Alemania, en 1676


Paul Koudounaris no es un hombre que rehuya de lo macabro. Aunque el historiados del arte, escritor y fotógrafo asentado en Los Ángeles afirma que su fascinación por la muerte no es mayor que la de cualquier otro, dedica su carrera a investigar y documentar fenómenos como los osarios de las iglesias, los osarios en general y las capillas adornadas con huesos. Razón por la cual, cuando un hombre en un pueblo aleman le abordó durante una investigación en 2008 y le preguntó algo parecido a, "¿Estas interesado en visitar una antigua iglesia desmoronada en el bosque con un esqueleto que permanece allí recubierto de joyas y sosteniendo una copa de sangre en su mano izquierda como si estuviera realizando un brindis?". La respuesta de Koudounaris fue, "Sí, por supuesto".

En ese momento, Koudounaris estaba trabajando en un libro llamado El Imperio de la Muerte, viajando por todo el mundo fotografiando osarios de iglesias y cosas parecidas. Aterrizó en este particular pueblo cerca de la frontera checa para documentar una cripta llena de calaveras, pero despertaron su interés con la promesa dudosa aunque tentadora de un esqueleto enjoyado acechando tras los árboles. "Sonaba a algo de los Hermanos Grimm", recuerda. "Pero seguí sus indicadiones, pensando un poco que este tipo estab loco o mintiendo, y por supuesto, encontré al esqueleto enjoyado en el bosque".

La iglesia, en verdad más bien una capilla pequeña, estaba en ruinas, pero aun contenía bancos y altares, todo desmoronado por culpa de años de abandono bajo el gobierno de la Alemania Oriental Comunista. Encontró al esqueleto en un pasillo lateral, mirándole desde detrás de unos tablones que habían sido clavados sobre su cámara. Cuando forzó los tablones para tener una mejor visión, la cosa le observó con sus grandes ojos rojos de cristal incrustrados en sus cuencas oculares. Estaba apoyado en posición vertical, ataviado con ropas propias de un rey y sosteniendo una copa de cristal, que según se enteró despues Koudounaris se cree que habría contenido la propia sangre del esqueleto. Quedo sorprendido por la belleza oscura de la figura silenciosa, pero al final la describió como "algún tipo de cosa extraña asilada, alguna curiosidad local".

Pero luego ocurrió otra vez. En otra iglesia de Alemania que visitó algún tiempo después, oculto en la esquina de una cripta, encontró a dos esqueletos brillantes más. "Fue entonces me di cuenta que había algo mucho más amplio y más espectacular en juego" dice.

Koudounaris no podía borrarse de la cabeza los ojos brillantes y sonrisas adornadas con oro de las figuras. Comenzó a investigar los restos enigmáticos, incluso mientras trabajaba en El Imperio de la Muerte. Los esqueletos, descubrió, eran los "santos de las catacumbas", objetos sagrados una vez venerados por los católicos de los siglos XVI y XVII como protectores locales y personificaciones de la gloria de la vida después de la muerte. Algunos de ellos aún permanecían escondidos en ciertas iglesias, mientras que otros han sido barridos por el tiempo, para siempre desaparecidos. Quienes eran en visa es imposible de saber. "Esa era la parte del proyecto la que me atría", dice Koudounaris. "El extraño enigma de que estos esqueletos podían haber sido cualquiera, pero fueron desenterrados y elevedos a las alturas de la gloria".

Para crear a San Deodatus en Rheinau, Suiza, las monjas fabricaron una cara de cera sobre la parte superior de su calavera y moldearon su boca con una tela envuelta.


Su búsqueda de huesos pronto se convirtió en el proyecto de un libro, Heavenly Bodies: Cult Treasures and Spectacular Saints from the Catacombs (inédito en castellano), en el que documenta el viaje de los huesos de los mártires desde las catacumbas de la Antigua Roma a los altares huecos a las esquinas y cuartoas trasteros olvidados. Desubrió que aunque en gran parte olvidados por la historia, los esqueletos, tenían mucho que contar.

Resucitando a los Muertos


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