Del blog de William King, traducido por Humuusa (aka Bowesley)
Uno de los grandes placeres de escribir la trilogía de Tyron y Teclis fue hacer llegar mi versión de los muchos grandes personajes de la mitología Élfica; Aenarion, Caledor, Morathi y Malekith. He vivido con este gente en mi cabeza durante casi veinte años y por fin estuvo bien mirarlos. Probablemente los cuatro personajes mencionados son los personajes más influyentes en la historia Élfica y sobre la historia del mundo de Warhammer. Tres de ellos, de una forma u otra, aún están por aqui a día de hoy. El último sólo es presentado como un mito y por eso posiblemente es el más enigmático y más incomprendido. También fue el que fue más importante para la conformación de la sociedad Élfica como existe actualmente. Estamos hablando, por supuesto, de Aenarion.
Aenarion fue el primer rey guerrero de los Elfos. Enseño a un pueblo pacífico a como luchar cara a la primera gran invasión del Caos. Se ofreció como sacrificio en el Altar de Asuryan cuando nadie más había aceptado y los dioses Élficos le condecieron un poder casi divino. Lideró a los ejércitos de los elfos a una batalla apocalíptica y al fina cayó defendiendo a Caledor mientras el Archimago ejecutaba el conjuro que expulsó al Caos y salvó al mundo. Hasta hoy, los elfos le consideran su mayor héroe. En muchas cosas lo fue, pero también era mucho más oscuro. Cuando creyó que su familia había sido aniquilada por daemonios realizó un gran acto de sacrilegio, extrayendo la Espada de Khaine, un arma prohibida de su altar en la Isla Marchita y se hizó con un poder temido incluso por los dioses que anteriormene le habían bendecido. Se volvió un ser más oscuro y retorcido, un precursor del tipo de elfos que un día habitarían las tierras marchitas de Naggaroth. Se convertió en amante y esposo de Morathi, quizás la bruja más malvada que ha llegado a existir y se apartó de quienes anteriormente habían sido sus seguidores más devotor y sus mayores amigos.
Elegí comenzar el primer libro de la trilogía con un prólogo que muestra las últimas horas de la vida de Aenarion. Lo escogí porque probablmente no hay día más dramático en la historia Élfica, y moldea todo lo que esta por venir. En este día, Aenarion muere, Caledor crea el Vórtice y el destino de la isla continente de Ulthuan queda sentenciado para los siguientes siete milenios. El libro fue títulado La Sangre de Aenarion y quería esta seguro de que el lector comprendía quien fue Aenarion y porque fue importante. (Más o menos se que todo el mundo que ha llegado a jugar a Warhammer conoce quien es pero como he dicho antes intento suponer que todos mis lectores serán jugadores). Deseaba establecer el hecho de que su línea de sangre fue maldita y porque lo fue. Además deseaba describir una de las mayores batallas en la historia del mundo de Warhammer desde el punto de vista del posiblemente mortal más poderoso que ha pisado este mundo. Quiero decir que es un guerrero que puede matar a grandes daemonios del Caos uno tras otro. Creo que no hay nadie más que haya llegado a realizar tal hazaña.
Asi llegamos a ver a Aenarion en su última noche, meditando sobre la naturaleza de la derrota y luego respondiendo a la llamada de su antiguo amigo el Archimago Caledor. Presenciamos su despedida de Morathi (un personaje de la que veremos mucho más adelante) y escuchamos su último discurso a sus tropas. Le vemos volar hacia la batalla sobre su gran dragón Indraugnir y tenemos un asiento de primera fila en la creación del Vórtice y la última resistnecia de Aenarion.
También deseaba mostrar de donde provienen las lineas de falla en la sociedad Élfica. Los elfos no eran, antes de la Era de Aenarion, un jerarquizado pueblo autoritario. Fue el primer rey guerrero, un general que se acostumbró a ser obedecido so pena de muerte en situaciones donde la disciplina marcial era la mayor prioridad. Queda claro en sus conversaciones con Caledor que los dos grandes elfos posían ideas diferentes sobre que significaba este papel. Aenarion se cosideraba un rey, elegido por los dioses, el señor supremo indiscutible y sin disputa de su pueblo. Caledor considera a Aenarion como algo parecido a un Tirano en la Atenas antigua o un Dictador en la Roma antigua, un líder supremo, esgrimiendo el poder definitivo durante una emergencia. Dada la expectativa de vida de los elfos esto es una distinción importante.
Igualmente queda claro durante el discurso de Aenarion al ejército que considera a su hijo Malekith su sucesor. Se considera poseer el poder para quien gobernará a los Elfos una vez que haya desaparecido. Es un acto de vanidad inmensa pero, después de todo, estamos hablando de un elfo ungido por los Dioses mismos. Si la opinión de la monarquía de Aenarion es correcta, y fue nombrado rey por los Dioses, entonces Malekith realmente es el legítimo gobernante de Ulthuan. La historia no has mostrado que estaba preparado para actuar en base a esta creencia. La réplica a esto, por supuesto, es que los Dioses le recahzaron cuando atravesó la Llama de Asuyran. Aunque esto es otro debate para otro día cuando echemos un vistazo a Malekith.
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